ACTIVANDO LA ACELERACIÓN PROFÉTICA (II PARTE Y FINAL)

Por Salvador Montoya/Escritor*
La aceleración profética desata mundos nuevos. El vigor de este nuevo sonido llamado blues, llamado rock and roll, llamado rock se hace mucho más revolucionario y trascendental cuando se fusiona con los movimientos contraculturales y las luchas políticas de los años 60. Entonces el folk a través de Bob Dylan se hace mensaje antiguerra. Entonces el blues es un salmo espiritual en contra de la segregación racial con Etha James. Entonces el rock and roll de Elvis Presley desestabiliza los órdenes de la moral de doble cara de la sociedad puritana. Pero satanizado el rock, el blues y el rock and roll en Estados Unidos viaja a través de las grabaciones a Inglaterra y de allá vuelve hecho Rolling Stones y The Beatles. Es el mestizaje musical del blues y del rock en el hipismo, en contra del racismo y la exclusión, en contra de la Guerra de Vietnam, a favor de la descolonización africana.
Por ello, es que un ritmo si se quiere underground, propio de un país tercermundista pero con una fuerza musical y espiritual poderosa en pocos años se universaliza: el reggae de Jamaica (masificado desde Inglaterra). ¿Por qué? Porque el mensaje de Bob Marley tiene la misma savia: la liberación de los pueblos, el amor, la paz, la lucha contra la segregación racial. Por eso Eric Clapton hace un famoso cover de la canción de Marley I shot the sheriff, por eso Mick Jaegger de Rolling Stones admira a Marley y asiste a sus conciertos. Bob Marley, en otra de sus letras, dice: “Roots, rock, reggae. Just a reggae music” (Raíces, rock y reggae. Eso es música reggae). Porque toda aceleración profética va a las raíces de lo que somos.
Por supuesto a la par del blues, tenemos el jazz (hemos escrito un ensayo solo dedicado al jazz), tenemos el soul de Ray Charles, más adelante nos encontramos con la melodía suave y romántica de Sam Cooke y su gospel enamoradizo. Por los años 60 es influenciado este mestizaje por el Motown y The Supremes. Y el soul sureño en la voz de Otis Redding obtiene un poderoso clímax. Ya para los 70 el funky de James Brown, de Steve Wonder proyecta orgullo y poder negro pero también es genialidad, vigor, fuerza amorosa. Y en la década siguiente el hip hop junto al nuevo Rhythm and Blues y el pop (sólo nombremos a Michael Jackson) adquieren preponderancia en las nuevas generaciones hasta desembocar en el rap rebelde y espiritual de Tupac Shakur. Toda esta música negra con sus vertientes y matices forja la sonoridad del siglo XX y se une con sus luces y sombras a la evolución del rock, que luego es rock sinfónico, punk, metal, heavy metal, trash, grunge y así. Porque la aceleración profética libera grandeza, sueños y alcanza madurez y liderazgo. Desconocemos cómo vaya a ser la personalidad musical del siglo XXI pero deseamos sentir los venezolanos el poder del cuatro encumbrado en su telúrica sonoridad como un tepuy en ese porvenir cercano.

*Apuntes de un adolescente trasnochado

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