ACTIVANDO LA ACELERACIÓN PROFÉTICA (I PARTE)
Por Salvador
Montoya/Escritor*
Todo liderazgo se define
por la aceleración profética que activa.
Los artistas del Renacimiento (Da
Vinci, Miguel Ángel, Boticelli entre otros) marcaron la historia por
implementar un ritmo visual, pictórico, intelectual libre de prejuicios medievales:
se aceleraron en los valores humanos de la libertad, la alegría y la cultura. Asimismo
en los principios del siglo XIX los líderes de la Independencia Latinoamericana (Bolívar, San Martín, O’Higgins entre
otros) proyectaron una diligencia visionaria con gallardía militar pero con
soberanía de pensamiento y de ideas.
En
la música popular también observamos este cambio de aceleración profética. Los que
se conocieron con el tiempo como los
bluseros, ellos venían de las plantaciones de algodón. Por allá en Chicago llegaron ellos con sus cantos,
con sus historias, con sus bailes y sus melodías en la Gran Migración Negra de los años 20 y 30. Y Chicago electrifica ese
sonido, es blues pero con guitarra
eléctrica. Eran los años antes y después de la Segunda Guerra Mundial. De
allí vienen Brownie McGhee, Muddy Watters (de una de sus canciones
se inspira el nombre del grupo de rock Rolling
Stones), Little Walter (el más grande
de la armónica). Afroamericanos musicales con una sonoridad divergente,
peculiar. Porque quien se acelera en lo
profético arrebata genialidades en medio de la desgracia y la catástrofe. Estos
negros bluseros estaban bajo un régimen de exclusión y racismo pero su cultura
musical rompió con la segregación racial. Y por los 40, ya con la creación del
sello Chess Records (y la aparición
en Chicago de grandes bares donde se ejecuta esta música en vivo) se conocen a Howlin’ Wolf, Buddy Guy y Etha James. Y
años después vendrá un blanco llamado Eric
Clapton que bebiendo de la fuente musical de Howlin’ Wolf asume colectivamente la ejecución de un sonido
novedoso llamado rock, pero antes
fue rock and roll, y antes blues.
No
obstante, solo hay aceleración profética
cuando te enriqueces con lo mejor de los demás. Hay otra raíz musical que
se une con el blues y se llama el folk,
el country. El folk cuenta las
memorias y las biografías de los aventureros y de los trotamundos. Entonces blues
con folk en un hombre llamado Bill Haley,
Little Richard o Chuck Berry o Jerry Lewis (un blanco) se arma de ritmo frenético, baile brutal,
es sonoridad negra. Es rock and roll.
Pero un blanco de Memphis lo canta, lo proyecta y lo masifica, ese blanco es el
enlace y se llamó: Elvis Presley.
Este ritmo es demonizado, anematizado. Pues toda aceleración profética rompe con estructuras asfixiantes y
estériles. Así que este ritmo que es blues,
que es rock and roll, que es rock, es base fundamental de la música
que somos como siglo XX y siglo XXI.
*Apuntes de un adolescente
trasnochado
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