TU ÉXITO ESTÁ RODEADO DE DEBILIDAD

Por Salvador Montoya/Escritor
1Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados; 2para que se muestre paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que él también está rodeado de debilidad; 3y por causa de ella debe ofrecer por los pecados, tanto por sí mismo como también por el pueblo. 4Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón.
Hebreos 5.1-5
1
Confieso que soy un fanático del ajedrez pero un pésimo jugador. En mi ciudad natal jugábamos por las tardes. Creo que nuestras novias de esa época nos perdonaban nuestro torvo fanatismo. Porque siempre había un combate para ejercitar la inteligencia ante el tablero. Algunos miraban ese ejercicio con aburrimiento y como una pérdida total del tiempo pero nosotros obviábamos los sarcasmos y nos congregábamos como una cofradía a leer sobre el ajedrez, a hacer competencias silvestres y a ser entrenados. Otros sencillamente practicaban el juego y solían perder hasta el cansancio. Y otros jugando a contrarreloj (5 minutos) demostraban una estrategia de victoria impresionante. Cuando mi profesor de ajedrez y amigo Emilio Estévez, en la plaza Las Mercedes, trataba de enseñarme la profilaxia de la india de dama, me expresó un principio asombroso: “No se trata de ser inteligente en el juego, es saber que debilidades usas para empoderar tus victorias”. En el juego del ajedrez como en la vida y como en el éxito todo está rodeado de debilidades. La grandeza está en saber cómo utilizarlas para triunfar.
2
Por ello, el escritor profético de los Hebreos manifiesta que un sacerdote como un líder está dotado de altos privilegios: Dios lo establece con honra y ministra al pueblo dones espirituales. Sin embargo, el sacerdote aún en estos lugares e investiduras eminentes se le demanda mucha paciencia ante aquellos que se muestran indiferentes a su influencia o ante aquellos que van por caminos completamente diferentes. ¿Cuál es la razón? El escritor profético de los Hebreos afirma la condición de cualquier liderazgo exitoso: siempre está rodeado de debilidad. Es decir, el sacerdote como el líder no lidera porque sea perfecto o porque en su vida no haya errores. Lidera a pesar de los errores y de sus imperfecciones y de sus falencias. Al liderar así demuestra su compromiso y su lealtad y también su humildad para reconocerse en permanente estado de rectificación y de renovación. Como aquel proverbio poderoso: “Procura ser tan grande que todos quieran alcanzarte, y tan humilde que todos quieran andar contigo”.
3
Ahora bien, de todas las debilidades humanas hay por lo menos tres que cualquier liderazgo (sea éste deportivo, empresarial, religioso, político o cultural) tiene que vencer constantemente: vender la primogenitura, revelar en qué consiste tu fuerza y traspasar los límites de la autoridad. En cuanto a vender la primogenitura sostiene el mismo escritor profético en Hebreos 12.16-17: “No sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas”. ¿Qué significa vender la primogenitura? Toda primogenitura te habilita a la riqueza, a la autoridad, a la honra y a la herencia. Cuando un liderazgo o una persona venden la primogenitura rompe con la legalidad de su grandeza. Por eso Esaú se hizo común al despojarse de la honra. Un genuino liderazgo será tentado en vender la primogenitura. Querrán comprar tu silencio, tu espíritu de trabajo, tu propósito para despojarte de aquello que te hace gigante de fe y de esperanza. Sostiene Karel Capek que se puede crear un robot quitándole al ser humano los valores que lo trascienden. Es decir, una persona sin propósito, sin amor, sin valentía pierde lo verdaderamente vital y de facto es un robot.
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Otra debilidad que es necesario enfrentar diariamente como liderazgo y como persona es: revelar en qué consiste tu fuerza. De acuerdo a Jueces 16.15-17 se dice: “Y ella le dijo: ¿Cómo dices: Yo te amo, cuando tu corazón no está conmigo? Ya me has engañado tres veces, y no me has descubierto aún en qué consiste tu gran fuerza. Y aconteció que, presionándole ella cada día con sus palabras e importunándole, su alma fue reducida a mortal angustia. Le descubrió, pues, todo su corazón, y le dijo: Nunca a mi cabeza llegó navaja; porque soy nazareo de Dios desde el vientre de mi madre. Si fuere rapado, mi fuerza se apartará de mí, y me debilitaré y seré como todos los hombres”. Sansón fue llevado al extremo por causa de su falta de carácter. Porque revelar en qué consiste tu fuerza rompe la autoridad de tu llamado y de tu asignación. Dice la Escritura que Dalila lo presionaba, lo importunaba y lo llevaba a la angustia. Es decir, el sistema del mundo, las cosas que te rodean (pueden ser tu familia, tus amigos, tus compañeros de trabajo, el sistema político del país) te van a presionar para que dejes tu trabajo, para que te des por vencido, para que no sigas creyendo en tus sueños, para que aceptes la miseria y el fracaso. El emperador Marco Aurelio lo manifestaba con sencillez estoica al proclamar que te verás todos los días ante los estúpidos, ante los orgullosos y los simples. Todos los días tendrás que enfrentarte con gente fracasada y frustrada que quieren fusilarte la pasión, decapitarte lo profético, destruir tu propósito. De acuerdo a Proverbios 18.16: “La dádiva del hombre le ensancha el camino y le lleva delante de los grandes”. Si dejas de desarrollar tu don mueres. Si dejas de atizar tu pasión cesa tu grandeza. Por ello, todo lo que pueda apartarte del propósito de tu vida lacera tu corazón, te achica, te enaniza.
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La tercera debilidad que enfrentamos como liderazgo y como persona es: traspasar los límites de la autoridad. El escritor bíblico señala en 2 de Crónicas 26.16-21 lo que hizo el rey Uzías:
Mas cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina; porque se rebeló contra Jehová su Dios, entrando en el templo de Jehová para quemar incienso en el altar del incienso. Y entró tras él el sacerdote Azarías, y con él ochenta sacerdotes de Jehová, varones valientes. Y se pusieron contra el rey Uzías, y le dijeron: No te corresponde a ti, oh Uzías, el quemar incienso a Jehová, sino a los sacerdotes hijos de Aarón, que son consagrados para quemarlo. Sal del santuario, porque has prevaricado, y no te será para gloria delante de Jehová Dios. Entonces Uzías, teniendo en la mano un incensario para ofrecer incienso, se llenó de ira; y en su ira contra los sacerdotes, la lepra le brotó en la frente, delante de los sacerdotes en la casa de Jehová, junto al altar del incienso. Y le miró el sumo sacerdote Azarías, y todos los sacerdotes, y he aquí la lepra estaba en su frente; y le hicieron salir apresuradamente de aquel lugar; y él también se dio prisa a salir, porque Jehová lo había herido. Así el rey Uzías fue leproso hasta el día de su muerte, y habitó leproso en una casa apartada, por lo cual fue excluido de la casa de Jehová; y Jotam su hijo tuvo cargo de la casa real, gobernando al pueblo de la tierra.
Cuando eres fuerte en éxitos, en triunfos, en tu profesión, en riquezas puedes caer en la trampa de creer que puedes violentar los principios de la autoridad. No puedes insubordinarte a los principios que son los que te dan el éxito. Uzías se creyó sacerdote. Pero él era el rey. Sin embargo, traspasó los límites de la autoridad. Y el resto de sus días los pasó como un leproso, alejado del trono. No hay que permitir que la deshonra a nuestras autoridades nos alcance el corazón, no debemos permitir que la soberbia inunde nuestra alma. Porque la insubordinación causa lepra, causa exclusión del liderazgo, inhabilita tu legitimidad. Shakespeare lo ejemplificó con alta maestría en Macbeth: el trono que se logra en traición pero al final enloquece. Porque todo liderazgo se sostiene por la honra a las autoridades debidas. Ahora bien, cuando actúas bajo autoridad siempre habrá honra y grandeza todo lo que haces.
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La debilidades humanas que todos enfrentamos como líderes o como personas muchas veces nos hacen caer en círculos viciosos, en pantanos mentales y en espacios de estancamientos. Sin embargo, podemos destrabar esos declives. Porque la meta es llegar a ser fuertes. Joel 3.10 afirma: “Diga el débil: Fuerte soy”. Es decir, la divinidad quiere personas y liderazgos fuertes, sólidos aunque estos están rodeados de debilidad. A San Pablo se le reveló tales códigos proféticos, Dios le dijo: “…mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 de Corintios 12.9). Entonces San Pablo revela su convicción: “Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 de Corintios 12.10). En otras palabras, en tu debilidad se esconde tu mayor fuerza. Por eso Jesús de Nazaret declaró en Lucas 11.21-22: “Cuando el hombre fuerte armado guarda su palacio, en paz está lo que posee. Pero cuando viene otro más fuerte que él y le vence, le quita todas sus armas en que confiaba, y reparte el botín”. No se trata de ser fuerte por motivaciones de autoritarismo. Se trata de ser más fuerte cada día para mantenerse en el propósito de la vida, para conquistar nuestras metas y ser de influencia positiva a la humanidad. Sin olvidar que todo está rodeado de debilidades. Como los personajes de Jack London que se enfrentan a grandes desafíos y logran vencer. Pero hay en las atmósferas de sus almas o en los climas de sus existencias debilidades que los empobrecen, que los entontan, que los asfixian. De hecho, el mismo Jack London es una metáfora. Su vida es un ejemplo de un altísimo espíritu de superación pero las debilidades le rodearon y falló en su fortuna pero no dejó de manifestar su propósito. Porque como en el ajedrez vencemos si usamos las debilidades para empoderar nuestras victorias. 

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