LOS BUSCADORES DE LA LUZ
-El
compromiso personal frente a los desafíos colectivos de la democracia en la
novelística venezolana actual-
Por
Salvador Montoya/Escritor
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El periodista
Ángel David Revilla es el nombre verdadero del famoso youtuber venezolano cuyo
sobrenombre es Dross Rotzank (1982).
Tiene más de 16 millones de subscriptores en youtube. Desde jovencito empezó a
escribir ficción y como no logró captar la atención de ninguna editorial
comenzó un blog y le puso por título El
diario de Dross que poco a poco se fue haciendo un trending topic por sus contenidos de terror y de temas
paranormales. Dross ya ha publicado libros como La luna de Plutón y El
festival de la blasfemia, novelas lúdicas con temáticas de ciencia ficción,
gore, aventuras espaciales y polémicas historias. Al hablar de su posición
política y de sus principios, Dross revela
que: “Creo que mi posición políticas es
sofisticada…considero que la derecha o la izquierda son conceptos obsoletos que
en poco o nada encajan en la complicadísima sociedad de hoy. Estoy, a favor,
políticamente, de todo aquello que asegure la libertad individual de cada
ciudadano y que apueste más en la educación” (Eric Colón Moleiro, Dross: el youtuber venezolano que aterroriza
al mundo, 2016. Disponible en: http://elestimulo.com/ub/dross-el-youtuber-venezolano-que-aterroriza-al-mundo-entrevista-exclusiva/
[Consulta: 08/05/2019]). Además Dross entiende la mentalidad del
consumidor cultural del siglo veintiuno, por lo tanto, no es solo productor de
contenidos audiovisuales exitosos sino que ejercita una suerte de curaduría
digital: “…hago tres
videos por semana -es mi cronograma- con distintos tipos de terror. Lo que le
fascina a la gente hoy en día es el
lado oscuro de Internet: la deep web. Incluso, más que los grandes clásicos
como los monstruos, los vampiros y los fantasmas”
(Pablo Riggio, Los secretos de Dross
Rotzank, el artista digital del terror: “El Drácula de hoy es el psicópata de
internet”, 2019. Disponible en: https://www.infobae.com/teleshow/infoshow/2019/01/06/los-secretos-de-dross-rotzank-el-artista-digital-del-terror-el-dracula-de-hoy-es-el-psicopata-de-internet/[Consulta:
08/05/2019]). Dross es un buscador
de la luz. Practica la literatura como iluminación ante el mundo de hoy: expone
no una búsqueda de la perfección literaria (si es que acaso existe) sino la
muestra de que una ficción (sea escrita o video grabada) puede romper la
monotonía y la opresión de la barbarie en su generación.
2
De acuerdo a la escritora Gisela Kosak Rovero las distintas generaciones de artistas e
intelectuales venezolanos del siglo XX produjeron obras que estaban enmarcadas
en las principales corrientes del pensamiento mundial. Entrando el siglo XX, ya
sabemos que el modernismo y la novela de corte criollista irrumpieron con fervor.
Luego vinieron las vanguardias y con sus innovaciones técnicas y de
subjetividad voltearon el pensamiento nacional hacia la democracia. Y más
adelante le tocó a la generación nacida por los años cuarenta desarrollar su
actividad intelectual y artística. Así que ellos (la generación de los cuarenta
en gran parte) abrazaron la fe de la izquierda, del socialismo. Y por los años
sesenta se lanzaron a la violencia textual y de las armas para generar los
cambios totales a la sociedad. Esa generación perdió esa batalla. Pero muchos
de ellos siguieron escribiendo bajo esos mismos parámetros de violencia. Sin
embargo, los que empezaron a producir obras por los años ochenta ya no creían
en esas utopías y optaron por la antipolítica y el desencanto (y no dieron respuestas,
por tanto efectivas a las demandas populares de la democracia herida de muerte)
que se juntaron por los noventa con el auge del pensamiento postmoderno (ya la
palabra escrita deja de tener preeminencia pues la cultura popular se fija en
el cine, la televisión y la música) y el Consenso de Washington. Concluye Kosak: “No es casualidad que el silencio y la antipolítica –ni partidos, ni
proyectos, ni militancia- hayan tenido éxito en un país por demás deteriorado
en los fundamentos mismos de la vida colectiva” (Gisela Kosak Rovero, Venezuela, el país que siempre nace,
Caracas, Editorial Alfa, 2008, p. 100). Nace pues una literatura muchas veces descafeinada,
sin más compromisos que el individual, con mucho afán de sospecha y de cautelas
ante los movimientos colectivos. Ahora bien, la generación de los ochenta y de
los noventa ha convergido no sólo en este desinterés y esta apatía pero la
transformación tecnológica del internet y la producción masiva de otros
contenidos fuera de la literatura escrita produce que los referentes culturales
de estas generaciones sean muchas veces exóticos y por otro lado referentes netamente
audiovisuales provenientes del cine y de la televisión y de la música popular.
3
Al final de los noventas (terminando nuestro siglo
XX) los mandos de la política fueron tomados por aquellos que fracasaron por
los sesenta y han llevado al país en veinte años a una debacle profundamente
cruel y total. No obstante, los buscadores de la luz con sus obras literarias y
desde su compromiso personal (puede ser la producción intelectual, el
periodismo, la gestión cultural, el profesorado, el trabajo comunitario, el
teatro, la producción musical) generan posibles respuestas a los desafíos
colectivos de la democracia venezolana. En el caso de estas cinco novelas y sus
escritores tienen una propuesta estética-filosófica poderosa. No se rinden ante
el pensamiento rentístico ni ante el pensamiento de pureza neoliberal. Se abren
hacia una visión compleja y holística de quienes somos como cultura, nación y
sociedad. Ellos son como todos podemos serlo: hermeneutas de la lucidez. Ellos
practican la hermenéutica del esclarecimiento. Me refiero a Diario de la gente pájaro (2008) de Wilfredo Machado, Percusión y tomate (2010) de Sol
Linares, Rating (2011) de Alberto Barrera Tyszka, Las horas claras (2012) de Jacqueline Goldberg y La ciclista de las soluciones imaginarias
(2015) de Edgar Borges.
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No olvidemos que la democracia tiene por lo menos diez consecuencias deseables según Robert Dahl: evita la tiranía, derechos esenciales, libertad general,
autodeterminación, desarrollo humano, protección de intereses personales
esenciales, igualdad política, búsqueda de la paz y prosperidad (Robert Dahl, La
Democracia, Grupo Santillana de Ediciones, Madrid, 1999). Sin embargo, el
filósofo de la democracia Norberto
Bobbio hace constar en su libro El futuro
de la democracia que este sistema político tiene entre muchas otras ocho dificultades profundas: relación iglesia y estado, abuso de
privilegios, ricos versus pobres, desigualdad, discriminación, corrupción,
racismo y capitalismo (Norberto Bobbio, El
Futuro de la Democracia. Fondo de Cultura Económica, 1986). Ahora bien, en
la novela Diario de la gente pájaro de
Wilfredo Machado se nos narra la
travesía de unos exploradores y naturalistas ingleses por el río Orinoco hasta
encontrarse con la gente pájaro: hombres que vuelan como aves, son pájaros
humanos de una realidad onírica y maravillosa. Es decir, ser un buscador de la luz es
buscar el vuelo de lo humano. Afirmaba Gaston Bachelard en su extraordinaria obra El aire y los sueños. Un ensayo sobre la imaginación del movimiento
que el deseo de volar en el hombre, su pasión por volar son imágenes dinámicas
de la libertad, es la aspiración de la ascensión de la verticalidad. Así que,
un buscador de la luz pertenece a la raza de los grandes soñadores de la
verticalidad.
Y este ascenso a los sueños y a las metáforas del
olor y del gusto nos los transmite la escritora Sol Linares en su novela Percusión
y tomate porque ser un buscador de la luz es buscar la feminidad auténtica. Por
ello, la subida a un árbol, el árbol de níspero es el ascenso a la divina
feminidad sin hipocresías. Sol Linares
lo describe así: “subimos al árbol de
níspero, desnudas (…) Lo hacemos desde que descubrimos que las
mujeres se vuelven adultas cuando bajan de los árboles (…) hemos
querido arrollar la madurez en las ramas más viejas, nos sentamos sobre las
ramas que no se pueden quebrar, porque sabemos que ya no somos pájaros, sino
cuerpos gordos y vividos (…) miramos el pueblo, volvemos a la infancia que
nos persigue y hace de la madurez un recinto insoportable” (Sol Linares, Percusión y tomate, Caracas, El perro y
la rana, 2010, pp. 92-93). Linares vuelve a la imagen de los pájaros, del
vuelo. La madurez no puede ser estancamiento. La madurez es arte de vuelo, arte
de las alturas.
Y por supuesto, el destrabamiento de cierta
inercia (que impide el vuelo, la luz y los sueños) se logra a través de una
subjetividad intelectual atravesando la comunicación múltiple. Por ello, Alberto Barrera Tyszka en su novela Rating describe la lucha de un guionista
de televisión por hacerse una conciencia de poder en un medio infravalorado por
el mundo académico e intelectual. Sin embargo, en medio de las fake news, en medio de la era de
postverdad, el rating de la conciencia lo integra también los referentes de la
cultura de masas (por eso hay que penetrar y crear contenidos en videos, en
imágenes, en música, en telenovelas) que nosotros logramos asimilar a nuestra
interioridad, a nuestra imaginación de ciudadanos y de sujetos sociales y
políticos. Porque ser un buscador de la luz también emprende vuelos en el rating de una
conciencia de poder.
Por su parte en el texto novelesco de múltiples
géneros Las horas claras, Jacqueline Goldberg teje una narrativa
sobre el significado de una casa como un alma que se cuida, que se crea, que se
vive como redención o como abismo. Porque toda casa contiene la luz que te hace
grande. Porque ser un buscador de luz es mantener en pie la casa que acobija tu alma.
Y es lo que nos manifiesta Goldberg a
través de su escritura de factura exuberante y de calidad excepcional. Tiene
toda una postura espiritual hacia la sensibilidad femenina, hacia lo que somos
como pareja, como seres en búsqueda de abrazos y de deslumbramiento. Goldberg nos dice que todos le hacemos
una casa a alguien con nuestra fe, con nuestra alegría, con nuestra lucha a
diario. Es un poema a la vivencia, a los pasos de llamarnos hogar y de
llamarnos puertas de esperanza.
Y por último, Edgar
Borges con su novela La ciclista de
las soluciones imaginarias plantea el juego, la disrupción a través de una
filosofía de movimiento, de giros, de cuerpos y de danzas que evaden los
esclerótico y lo adusto. Es un todo patafísico. Quiere sanar “el mal de la mirada trastocada”. Por
tanto, Edgar Borges persigue “el sentido ciclístico de la salvación”.
Pues ser
un buscador de la luz requiere abrazar el arte de las metas y de la velocidad.
Todo compromiso por la vida y por los otros en la democracia parte de una
prosecución de proyectos comunes de solidaridad, de productividad y de
bienestar. No como ideales o utopías sino como caminos únicos de humanidad. Es
lo que nos ayuda a descubrir Edgar
Borges en su novela: pasajes de una vida rompiendo los límites de la
oscuridad, creyendo en la vigencia de los latidos y de los avances.
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La pareja Maiah
Ocando y su esposo Gabriel Torrelles
(1978) en las distintas plataformas de las redes sociales tienen más de 2
millones de seguidores y recientemente hicieron una película llamada A handbook for failure (Un manual para
el fracaso) que recoge el amplio recorrido de su tour No sé, dime tú: una especie de mezcla entre talk show y stand up comedy
sobre los fracasos y los desmadres de un par de inmigrantes (ellos mismos) en
los Estados Unidos. Ese No sé, dime tú
nació como un podcast, el cual se hizo viral y lo sigue siendo en muchas partes
de Latinoamérica y el mundo, siendo escuchado por miles de fans. Maiah Ocando ha sido versátil a través
del internet por sus propuestas de mezclar sus conocimientos de la moda y la
comedia en Visto Bueno. Con esos
videos alcanzó una fama creciente. Su esposo Gabriel Torrelles ya había demostrado ser el cerebro de todos esos
proyectos y era conocido en Venezuela porque fue durante algún tiempo el editor
en jefe del periódico juvenil Urbe.
Allí también produjo materiales audiovisuales y novelescos y relatos de mundos
amplificados. Torrelles practica la
hermenéutica de la lucidez porque no solo habla el lenguaje de su generación
sino que utiliza sus propios fracasos como puentes para comunicar esperanza y
ascenso con versatilidad literaria y audiovisual. Porque ser un buscador de luz lo
determinan las narrativas de la superación.
Y a esta superación esta perseguida por la poesía
y las líneas del escritor Juan Luis
Landaeta (1988), quien sigue cosechando muchos éxitos en Estados Unidos.
Recientemente la sede del Banco Interamericano de Desarrollo en Washington D.C.
expuso parte de su material dentro del género del expresionismo abstracto. Landaeta también ha publicado poemarios
de alta precisión poética y escribe crónicas variadas y avasallantes. También
es pianista y compositor de canciones. Es conocido que su mentor en Nueva York
es nada más y nada menos que el gran maestro Jacobo Borges. En la exposición
llamada La identidad de una línea se
manifiestan unas series en papel y tinta, dibujos en cartulina, trabajos a
lienzo, tacha y fondo negro. Es todo un alfabeto de superación. Su superación
la resume así: “Soy hijo de un hombre
casado, con una mujer soltera que nunca fue su esposa. Viví con mi papá y su
esposa hasta que él murió a apenas cuatro años de esa convivencia. Yo era el
único del salón con un solo apellido. Yo era el único cuyos padres no estaban
casados. Siempre estuve fuera del deber ser. Siempre estuve en una especie de
exilio” (Gerardo Guarache Ocque, Juan
Luis Landaeta y la doble vía entre pintura y poesía, 2019. Disponible en: https://prodavinci.com/juan-luis-landaeta-y-la-doble-via-entre-pintura-y-poesia/[Consulta: 08/05/2019]). La superación
es más que éxito: es la luz de su rostro, de sus palabras, de la música de
saber quién es.
Por tanto,
ser un buscador de la luz se manifiesta en las obras dispares de los
representantes de aquellos nacidos por los años ochenta (Torrelles, Dross y Landaeta): se despojan en la literatura para
esclarecerse sus conciencias, sus fracasos y sus aventuras. Y se integran a
todas las formas de expresión comunicacional. Para ellos no existen registros
bajos o altos: existen son luces para el alma humana. Como las novelas de los
hermeneutas de la lucidez. Así somos los venezolanos para descubrir, para
cultivar y para mejorar nuestra democracia. Como ese recién disco sacado de la
mejor fragua sonora del cuatrista Jorge
Glem y del pianista César Orozco:
Stringwise. Allí hacen vibrar la
mejor literatura sonora pues tan solo con cuatro y piano tocan lo mejor del
blues, del merengue, del rock, del jazz, del reggae y del joropo. Porque ser un
buscador de luz es estar enamorado de toda la vida y de todas sus lumbreras.
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