LA TRAVESÍA DE SER DIFERENTE
-Ednodio
Quintero y La danza del jaguar (1991)-
Por
Salvador Montoya/Escritor
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Lo humano tiene una naturaleza caleidoscópica, se
abre a múltiples realidades y formas y su travesía se encuentra determinada por
complejas configuraciones tangibles e intangibles. La arquitectura de lo
humano, por tanto, se sustenta en una interioridad que fusiona lo natural y lo
psíquico. Afirma Edgar Morin que: “Así es que el mundo está en el interior de
nuestro espíritu, el cual está en el interior del mundo. En ese proceso, sujeto
y objeto son constitutivos uno del otro” (Edgar Morin, Introducción al pensamiento complejo, Barcelona, Editorial Gedisa,
2005, p. 69). Por consiguiente, la cultura humana transforma la biología del
hombre y lo vuelve ser de totalidad: cuerpo-mente. Morin concluye diciendo: “Es evidente que cada hombre es una totalidad
bio-psico-sociológica” (Ibíd., p. 21). Y por ello, todo razonamiento sobre
el lugar y el destino de la humanidad es necesario pensarlo y sentirlo con complejidad
pues toda reflexión “aspira al
pensamiento multidimensional…implica el reconocimiento de un principio de
incompletud y de incertidumbre” (Ibíd., p. 23). Así que, cuando leemos una
novela, escuchamos un disco, vemos una pintura o una película hacemos un
ejercicio de incompletud y de incertidumbre de nuestra propia existencia:
usamos el caleidoscopio de la conciencia y de la inteligencia y de la
imaginación para indagar sobre lo qué somos, de dónde venimos y hacia dónde
vamos. La travesía de ser diferente desde el caleidoscopio de la incompletud y
de la incertidumbre.
Por su parte, los investigadores españoles Pablo Martínez y Ja Fernández razonan que bajo este tejido de incompletud y de
incertidumbre los imaginarios transformadores crean la posibilidad de mejores
seres humanos. Martínez y Fernández
afirman que: “…las fábulas, la
imaginación, la construcción de un imaginario social, la invención de mundos
alternativos, son esenciales para la creación de un futuro mejor” (Pablo
Martínez y Ja Fernández, El videojuego en
la creación de imaginarios transformadores, 2017. Disponible en: https://www.elsaltodiario.com/efeelejota/videojuegos-en-la-creacion-de-imaginarios-transformadores
[Consulta: 8/5/2019]). Ese es el gran poder de los imaginarios transformadores
pues provocan los cambios que la sociedad precisa y remueve, por tanto,
aquellos vicios o prácticas conservadoras que atascan la expansión y el
crecimiento de lo humano. Martínez y
Fernández sostienen como deseo final que:
…nos
gustaría terminar animando a que construyamos narrativas, fabriquemos ideas y
creemos imaginarios. En cualquier tipo de ficción: videolúdica, teatral,
cinemática, pictórica, escrita, performativa... La fabricación de ideas es
acaso la más poderosa, pues la idea es también un arma que transforma el mundo.
Formémonos, seamos curiosos, y luego transmitamos ese conocimiento a otros. Y
no nos quedemos ahí; construyamos realidades nuevas, realidades que nos hagan
pensar y nos transformen, que nos reten y nos hagan dar un paso hacia adelante
como especie.
La
travesía de ser diferente desde la creación de imaginarios transformadores.
También el psicólogo George Kelly en su teoría de los constructos personales define que
las personas nunca conocen el mundo de forma directa sino a través de las
imágenes que ellos crean de ese mundo. En otras palabras, el estadounidense Kelly observa al ser humano como un
científico capaz de construir y modificar quién es con la experiencia sus
conocimientos e hipótesis. Las personas, por ende, son constructoras activas de
su realidad y esos constructos son mapas mentales de su dimensión humana. Kelly afirma que: “La realidad está sujeta a muchas construcciones alternativas, algunas
de las cuales pueden resultar más fructíferas que otras. El descubrimiento de
la correspondencia definitiva entre las construcciones que somos capaces de
diseñar y el flujo de los acontecimientos quedan a una distancia infinita.
Mientras tanto, tendremos que contentarnos con avanzar poco a poco, con
inventar nuevas construcciones alternativas –incluso antes de sentirnos
insatisfechos con las antiguas y con esperar que, en general, estemos avanzando
en la dirección correcta”. La travesía de ser diferente desde la
construcción activa de la realidad y de personalidad humana.
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Estas tres nociones poliédricas: el principio de la
incompletud y de la incertidumbre humana, el poder de los imaginarios
transformadores y la teoría psicológica de los constructos personales pudieran
ser la piedra angular para pensar y sentir la novela La danza del jaguar (1991) del escritor venezolano Ednodio Quintero como la travesía de
ser diferente. Demuestra el investigador Blas
Puente-Baldoceda, en su texto crítico sobre la narrativa de Quintero, que La danza del jaguar es “resultado de una prolífica imaginación
onírica…una autoconciencia de las posibilidades de la imaginación creadora…”
(Blas Puente-Baldoceda, Itinerario de una
poética narrativa en las obras de
Ednodio Quintero, 1994. Disponible en: https://revista-iberoamericana.pitt.edu/ojs/index.php/Iberoamericana/article/download/6508/6684
[Consulta: 08/05/2019]). El protagonista de la novela múltiple y compleja se
llama Joe Miguel y en cinco libros (así se estructura la narración de La danza del jaguar), tomando cinco
episodios de su vida, relata sus diversas aventuras para llegar a ser
diferente. También el escritor Gregory
Zambrano al analizar la novela La
danza del jaguar apunta que: “En La
danza del jaguar todo parece un juego de
disonancias que fluyen hacia una misma historia de amor, atravesada incesantemente
por el acecho de la muerte, que gira concéntricamente en una suerte de
calidoscopio… […] un juego de imaginación sin ataduras” (Gregory Zambrano, La
danza del jaguar de Ednodio Quintero. Una
relectura, 2011. Disponible en: http://190.168.5.19/index.php/actualinvestigacion/article/view/2965 [Consulta: 08/05/2019]). Se nos narra pues
la búsqueda total de una vida por su sentido y por las pasiones de tales
sentidos o significados vitales.
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Para la escritura de esa novela, Ednodio Quintero confiesa que: “No tenía sentido escribir una novela lineal,
tradicional. El ritmo de esa historia tenía que armarse por “instantes”, a
través de varios libros, cinco en total. Es decir, cinco instantes en la vida
del personaje, aunque el primero es un relato, sin pensar en lo cronológico.
Cada libro tiene un espacio en el tiempo del personaje. Relatos míticos,
delirios, horas de vida, recurrencia a la infancia. Para mí fue un verdadero
desafío, sobre todo en el cuarto libro donde trabajo con tres planos: recuerdo,
delirio y realidad, como un homenaje al cuento de Cortázar “La noche boca
arriba”. Toda la novela es una biografía
en instantes intensos sin caer en el detallismo” (Alberto Hernández, Ednodio Quintero: Los instantes del jaguar. “Escribir es una larga respiración”,
1993. Disponible en: https://letralia.com/225/entrevistas03.htm [Consulta:
8/05/2019]). Es un yo -uno y múltiple- que lucha por su lugar en el mundo. Ednodio Quintero en plena época del
auge de la globalización y de la caída del muro de Berlín y del derrumbe del
mundo soviético realiza un ejercicio olímpico de subjetividad con su
protagonista (¿o alter ego?) Joe Miguel.
El recorrido de vida de Joe Miguel trasciende por
sus dilemas, por sus horizontes y por sus dominios narrativos y técnicos. Joe
Miguel para ser diferente es un trotamundos del habla popular y de la cultura
universal. Es un omnívoro de las ideas. Es un niño, es un sibarita, es un gato,
es un hombre que vuela, es un hombre invisible, un gran lector, es un
iconoclasta de la historia patria, lleva un diario, es una suerte de
psicoanalista, es un perro, un insaciable viajero, un guerrero que combate
contra demonios, un torturado de la guerra, ha cometido crímenes, un soñador promiscuo.
Para narrar su biografía te cuenta sobre sus aventuras eróticas y sus
parafilias más extrañas, te habla sobre sus películas favoritas (y se hace en
ellas actor y guionista), te conversa sobre las canciones que escucha y canta. Conlleva
una libre asociación de la memoria y de la subjetividad de manera
descronalizada y en una sinestesia brillante. No es una novela masaje, es una
novela caldera, una novela yunque. Es la imaginación, lo fantástico siendo
disruptivo en nuestra conciencia, en nuestras acciones. Ednodio Quintero profetiza a nuestro espíritu: “No se queden con
los datos de la historia, con la mera información de los días. Es hora de volar
con la inteligencia, con la imaginación”. Y no es el vuelo de los exóticos o
del alejamiento de la realidad. Es el vuelo para penetrar en los vericuetos
donde la vida late, muerde y resucita. Es la respuesta a la inquietud de las recientes
amargas frases de Roberto Echeto: “¿A qué se debe esa vocación realista, ese
alejamiento de las alegorías, de las abstracciones y de las metáforas? Nuestra
vocación realista perpetúa lo que hay. Creemos que retratar la realidad supone
comprometernos con su refacción y no necesariamente es así. En el fondo del
problema venezolano hay una crisis de la
imaginación. Así como no somos
capaces de imaginar otra vida ni otro futuro, no somos capaces de imaginar
otras acciones que solucionen el increíble desastre en el que estamos sumidos.
Nos enfrascamos en hablar de la realidad desde la propia realidad y creamos un
extraño bucle en el que el retrato de lo real comienza a formar parte del
paisaje. Por eso pierde densidad conceptual y capacidad de denuncia. Así el
realismo se vuelve vehículo de lo mismo, perpetuación de lo que ya existe. La
obra realista no nos ayuda a conocer otros ángulos y otras capas de lo que ya
conocemos; nos hace ver lo mismo ampliado, y el efecto es el aplastamiento, la
creencia de que aquello que nos oprime es insalvable, y, ante aquello que es
inevitable, nos resignamos, creemos que todo esfuerzo en su contra es inútil”
(Roberto Echeto, Hiperrealismo venezolano
en acción, 2019. Disponible en: http://robertoecheto.blogspot.com/ [Consulta:
08/05/2019]. Las resaltadas en negritas son mías). Joe Miguel es imaginación
pura de guerra ante el realismo monótono de asertividades, brutal, candente
como un soplete.
Por tanto, Joe Miguel también es una respuesta
diferente a los retos de la imaginación y de la ficción que demanda el escritor
venezolano Edgar Borges al afirmar:
“Soy una expresión extraña, por no decir
vetada, para las élites que han manejado este medio, tanto en lo público como
en lo privado. Mi trabajo se basa en la ficción como vía para demoler y
construir realidades y, al parecer, los parámetros de esos señores no aceptan
nada que circule por los bordes de la llamada realidad. Pero ese es un tema que
no me preocupa. Quienes diseñan el canon literario venezolano pretenden
encerrar la palabra en un marco de solemnidad. Se subestima la literatura como
espacio de juego, de participación lectora. Falta mucho Julio Cortázar y mucho
Georges Perec para implosionar tanta seriedad discursiva…La imaginación es una
apuesta que no gusta mucho a los comités de lectura de esas editoriales. Si no
pretendes transcribir la realidad no eres bien visto, aún se cree que la ficción es una abstracción sin sentido. No se asume
que toda realidad es una construcción y que la ficción es la mejor forma de
apertura que pueda descubrir una persona para cambiar su mundo y el que
comparte. El arte en lugar de correr tras la realidad, la implosiona y la
transforma. Para intentar aproximarse a la realidad está el periodismo, la
literatura capta todo aquello que descubre la otra mirada. Hablo de
editoriales, no de autores que en Venezuela los hay muy buenos pero no son
promovidos por esos clanes” (E. A. Moreno-Uribe, Edgar Borges: la ficción como vía para demoler la realidad, 2014.
Disponible en: http://elespectadorvenezolano.blogspot.com/2014/12/edgar-borgesla-ficcion-como-via-para.html [Consulta:
08/05/2019]. Las resaltadas en negritas son mías). La travesía de ser diferente
se propone en ser lúcido en imaginación y en la lucha por una conciencia de
vida. Y de esa forma penetra los abismos de la condición humana y entra en tal
complejidad y plantea posibles respuestas a las frustradas utopías del siglo
veinte en sus variantes de derecha y de izquierda. Joe Miguel no quiere
estacionarse en estados paternales o en individualismos de mercado. Las
opciones de Joe Miguel están claras: la travesía de ser diferente es la danza
del jaguar. Y el mismo Ednodio Quintero
nos explica que significa esta danza del jaguar pues al escribir la novela: “En ella, también sin darme cuenta, me estaba
jugando los huesos y la piel. Reclamaba, con las voces de la lírica o con sorda
furia, mi derecho a bailar desnudo, embadurnado en arcilla, bajo el sol
equinoccial, a orillas de un río de las llanuras. Como el jaguar –kaïkousé en
lenguaje pemón-, que sólo se junta con su hembra dos noches al año, buscaba
hacerme oír en la selva vacía de ideas y de sentido de este final de milenio.
Quisiera creer que sobreviví al intento. De cualquier manera, el impulso de
aquella enloquecida danza me mantiene con vida” (Ednodio Quintero, El combate, Kaïkousé –hacia un ars narrativa-, Caracas, Monte Ávila
Editores, 1999, p. XIII). La danza del jaguar es la travesía de ser diferente
por la complejidad del despojo, por la fe en los imaginarios creadores y por la
construcción caleidoscópica de una realidad más auténtica y más desafiante.
Sigamos la travesía. Seamos diferentes.
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