LOS CÓDIGOS QUE ROMPEN EL MOLDE II
Por Salvador Montoya/Escritor*
1
Dice con una
clarividencia absoluta el poeta y el filósofo venezolano Ludovico Silva, en su poemario Tenebra,
publicado en 1964, en el poema Lo
importante: “Lo importante es saber
hacia dónde va la vida/Todo lo que seamos/y cualquiera que sea nuestra porción
de gloria/cabe en la mano enorme del futuro”. Es el punto nodal del
corazón, el descubrimiento del propósito, el sentido de la existencia personal
compleja y vibrante. Por tanto, liderar demanda lucidez en los caminos
correctos. La lucha del alma es por romper las tinieblas que nos quieren atar a
la desidia, a las amarguras y a las miserias. Los códigos que rompen el molde
nos elevan por encima de las canalladas y de los triunfalismos vanos.
2
El escritor
venezolano Wilfredo Machado declara
no sabemos si con ironía o con languidez: “Dios
tiene numerosos hogares en la tierra; lo que es una verdadera lástima, porque
no habita en ninguno de ellos” (Wilfredo Machado, Poética del humo, Caracas, Fundación para la Cultura Urbana, 2003,
p. 57). La música del australiano Chet
Faker indaga en esas travesías. Hay hogares de lo divino que la música
anhela. Y Chet Faker asume el reto
de encontrarlos. Con su disco Thinking in
textures (2013) nos volcaniza el alma con cadencias electrónicas, con
mezclas de jazz o blues, con cantos frágiles y de un ser humano que piensa en
texturas. Es decir, Chet Faker nos
manifiesta en sus superficies mentales el tercer código que rompe el molde: comunica
expansión, vive tu pasión. El poeta venezolano Armando Rojas Guardia señala con poder y convicción: “Dios no es asunto, no es tema, /sino pasión
donde arder” (Armando Rojas Guardia, Obra
poética, Mérida, Ediciones El otro el mismo, 2004, p. 189). La espiritualidad
musical de Chet Faker nos invita al
avivamiento de nuestros latidos. Porque la pasión nos expande, nos ensancha los
potenciales y el liderazgo.
3
Por su
parte, el cantautor estadounidense de folk Sufjan
Stevens con su disco Carrie &
Lowell (2015) nos sumerge en aguas dolorosas, en su odisea familiar, en sus
heridas, en su clamor de una esperanza trágica-cómica. Es conocido de Sufjan Stevens sus raíces en un
acercamiento vital a distintas fuentes espirituales. Nos sacude con valentía el
poeta venezolano Eugenio Montejo al
reiterar que: “Para que Dios exista un
poco más/-a pesar de sí mismo- los poetas/guardan el canto de la tierra”
(Eugenio Montejo, Antología, Caracas,
Monte Ávila Editores, 1996, p. 109). La encarnación de Dios en nuestra
humanidad cantada, celebrada y afirmada. Es de esta manera que Sufjan Stevens confiesa –con sus
guitarras acústicas y sus armonías finas y sensibles- el cuarto código que
rompe el molde: afirma tu legado en lo trascendental. Todo dolor, toda
tragedia, las alegrías, tus éxitos y fracasos, tienen sentido en la formación
del legado que dejarás en la tierra luego que hayas partido de aquí. Una vida
bien vivida genera legados positivos.
4
Es famoso el
aforismo del pensador alemán Nietzsche donde
declara que: “Sin música la vida sería un
error”. Por tanto, la música que escuchamos nos corrige, nos hace romper el
molde de los errores y de las estructuras estériles. Es decir, la música invita
al liderazgo, a la alegría, a la innovación.
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