FORJANDO UNA RAZA DE MATAGIGANTES


Por Salvador Montoya/Escritor
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Mientras viajábamos me iba contando su historia de éxitos y reveses. Me explicaba el fragor de la pasión y de la osadía por conquistar sus proyectos y su visión. Mi apóstol Félix Figuera disertaba sobre la vida en búsqueda de cimas y de alturas para servir mejor a la gente. Todo encerraba una enseñanza para aquellos interesados en aprender la grandeza, me decía. El paisaje oriental vía a Güiria es impresionante entre montañas y mar. Toda la costa invita a la historia y al peregrinaje. Yo le hablo de la Campaña de Oriente de 1813 cuando Santiago Mariño junto a otros liberaron a Venezuela para la independencia y cruzaron todos esos caminos que nosotros pasábamos. Ellos superaron miserias, fracasos, conflictos, adversidades. Entonces mi apóstol, mi mentor, de mentalidad extraordinaria dice:
-Eso es lo que debemos hacer y es lo que hago: forjar matagigantes. Como Bolívar y Mariño: todos tenemos que ser matagigantes.
Nuestro apóstol Félix Figuera es padre y maestro de matagigantes, su ejemplo es nuestra travesía de pasión y grandeza. Nos ha transferido su linaje de matagigante.
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La historia de un líder exitoso es la narrativa sobre los gigantes que ha superado en su trayectoria. El extraordinario Dante Alighieri, en su Divina Comedia, de 1304, establece que en el Noveno Círculo del Infierno, Canto XXXII, que hay una serie de gigantes castigados por sus traiciones. Allí expresa Dante: “¡Oh raza maldita sobre todas las demás…! Cuando llegamos al fondo del oscuro pozo mucho más bajo que el suelo donde tenía los pies el gigante…”. Todo gigante procura envilecer el alma con traiciones y frustraciones. Así que un matagigante rompe los yugos de opresión. Por ello, el manco de Lepanto Miguel de Cervantes en su magnífico libro editado en 1605 por el capítulo VIII, del libro primero, nos señala el encuentro de Don Quijote de La Mancha con los gigantes que eran unos molinos de vientos. Porque ser matagigantes destraba las interferencias tradicionales y marcos mentales retrógrados. Todo soñador o visionario mata gigantes. Don Quijote le dijo a Sancho Panza al no creerle: “Bien parece que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; si tienes miedo quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla”. Todo gigante intenta limitar tu potencial y tu expansión. También el gran cineasta mexicano Guillermo del Toro en su película Pacific Rim, de 2013, influenciada por animes japoneses, que trata sobre la lucha en contra de robots gigantes, profetiza que toda lucha humana se determina por la mentalidad de vencer monstruos más grandes que tú. Un matagigantes se forja una conciencia de guerrero en permanente conquista.
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Por consiguiente, el rey David, símbolo de Cristo, fue un matagigante reconocido al destruir a Goliat. Y transfirió esa genética de dominio a sus guerreros. Afirma 1 de Crónicas 20. 4-8 que sus valientes mataron a cuatro gigantes más: Sipai, Lahmi, el de 24 dedos e Isbi-benot ¨ [2 de Samuel 21-15-17]. Y esos cuatro gigantes son los que debemos acabar cada día en nuestras vidas y en nuestras sociedades. Sipai representa todo sistema o situación que te quiera bloquear tu potencial, tu empresa, tu familia, tu talento o tu emprendimiento. En países subdesarrollados este gigante enaniza a las mentes, a los sueños, vuelve a los individuos en minusválidos, los hace mendigos y parásitos de beneficiencia pública y de migajas. Así que dedícate a estudiar, a crecer espiritualmente y mentalmente. Expande tus proyectos y tu materia gris. Así lo hizo Gandhi en la India y venció. Lahmi representa la escasez o la miseria. Este gigante reprime la economía y las finanzas. Genera caos, hambre y desabastecimiento. Así que dedícate a producir, a crecer financieramente, a prosperar, a disfrutar cada comida con tu familia y amigos. La lucha es dura pero tú puedes prosperar en todo tiempo (Salmo 1.3). Así lo hizo Lee Kuan Yew en Singapur y venció. El de los 24 dedos representa la improductividad para tus 24 horas. Este gigante quiere atar tu tiempo, quiere que tu tiempo lo desperdicies, lo des a cosas y eventos banales y sin beneficios. Así que, dedícate a invertir tus 24 horas a lo que hace que tu vida sea más feliz, más excelente y más próspera. Así lo hizo Mandela en Sudáfrica y venció. Y por último, Isbi-benot representa la resignación y el cansancio. Este gigante busca convencerte que tu liderazgo y tu talento no valen la pena, que a nadie le importas, que te des por vencido, que no persistas en tu talento, que todo el mundo te menosprecia y te subestima. Quiere eliminarte moralmente. Así que, dedícate a llevar quien eres a todos los lugares y a todas las personas que puedas. Rompe con los topes. Sigue hasta la cima. Sé un matagigantes. Así lo hizo Martin Luther King Jr. en Estados Unidos y venció.
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Forjar una raza de matagigantes es la única vía de los verdaderos líderes del siglo veintiuno. Como afirma Malcolm Gladwell en su libro El arte de pelear contra gigantes: los pequeños siempre terminan venciendo a los gigantes. Así lo aprendemos del apóstol Figuera y así lo vivimos y lo transferimos por donde se quiera y se pueda.

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