DESTRABANDO LA MENTALIDAD DE LA RIQUEZA
Por Salvador Montoya/Escritor
Además, el reino de los
cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla,
y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra
aquel campo.
Mateo 13.44
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Dentro del
mundo del marketing político hay un eslogan que marcó la historia
contemporánea. La frase: “Es la economía,
estúpido” [The economy, stupid] provee una pista de despegue de algunos códigos irremplazables para destrabar la
mentalidad de riqueza. Se dice que con esa frase Bill Clinton acabó con la popularidad y la amplia ventaja de George Bush, padre y logró ser
presidente de los Estados Unidos de América. Jesús de Nazaret en su evangelio proclama la relevancia de ser
sacados de la miseria y de la pobreza y de investir
de poder a las multitudes para que produzcan bienes y riquezas.
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El país
donde nací y desde donde escribo y lucho en los actuales momentos pasa por la
crisis sistémica más cruel en muchas décadas. Se cree que más de cuatro
millones de personas se han ido del país; la inflación es la peor de toda Latinoamérica
siendo uno de los países con mayor riqueza de hidrocarburos del mundo y el
hambre con su escasez de productos lleva a las multitudes a la muerte, al
desánimo, a la depresión y al caos. Aristóteles
dijo: “Nadie puede desatar un nudo sin
saber cómo ha sido hecho”. Y para entender con una visión integral y
sistémica nuestra sociedad y activar los poderosos códigos para prosperar es
pertinente entender la historia de las ideas económicas y cómo estas impactan
nuestras decisiones diarias.
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En la antigüedad el hombre vislumbró la economía como
una realidad natural de las cosas. Había siembra y cosecha. Se administraban
los excedentes. Se hacía la guerra. Se repartía el botín. Pero no todos
pertenecían a un sistema económico de producción. La realeza lo dominaba todo. Así
lo vemos en Aristóteles, Platón y en Jenofonte. Ahora bien, con
el feudalismo se comprenden los derechos de propiedad y la inamovilidad
para las relaciones sociales. En otras palabras, de acuerdo con la escolástica
católica romana nadie podía pasar de pobre a rico. Si tú eras campesino: por
los siglos de los siglos los serías, nadie podía cambiarte de esa situación. En
el feudalismo no había oportunidad para ser enriquecido, le pertenecías al
señor feudal. Ellos eran los únicos habilitados para administrar riquezas. Luego
con los mercantilistas se consideró
que la riqueza estaba representada por la cantidad de metales preciosos y
semipreciosos que se poseyeran. Para ello se conquistó América (el oro, la
plata, las perlas) para ello se crearon los piratas. Ya la burguesía con esos
metales podía tener influencia sobre el rey y hasta comprar títulos
nobiliarios. De esta manera se tomaron medidas proteccionistas para que esa
riqueza metálica no saliese de esos reinos o de esos países.
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No obstante,
en el siglo XVIII surge la fisiocracia
y ellos concluían que el origen de la riqueza era la agricultura, las tierras. Es
decir, la naturaleza. Y sostenían que la manufactura era una actividad estéril.
Y por ende, los fisiócratas proponían la no regulación de la economía por parte
del gobierno. Es el laissez-faire. Entonces
surge de muchas de esas ideas el
liberalismo o la economía clásica expuesta por Adam Smith y David Ricardo.
Y junto con la Revolución Industrial liderada por Inglaterra estas ideas sobre
el consumo, la producción, la distribución, “la mano invisible del mercado”, la no intervención del estado, el
trabajo, el salario forjó todo un sistema industrial. Por supuesto que esto
tuvo sus opositores entre ellos el pensamiento de Karl Marx que proponía que la masa de trabajadores tomara el
dominio de los medios de producción y de la plusvalía. Más adelante surgen los marginalistas y los neoclásicos: todos
ellos con su teoría subjetiva del valor, es decir un bien depende de su
utilidad y ya el problema central no es el crecimiento económico sino el
equilibrio de la economía y la óptima asignación de los recursos. Por su parte
los neoclásicos siguieron la tradición de la economía de mercado y el
posicionamiento de los precios. Luego viene la tesis de Keynes con su intervención estatal para el equilibrio
de la economía. Y más adelante todo el desarrollo de la economía neoliberal. Y hoy en día hay un amplio espectro de
variables entre lo neoliberal y lo mixto de postkeynes.
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Ahora bien,
hay otro aspecto que es necesario entender: la economía especulativa. Es aquella que se desarrolla en los
mercados financieros, los mercados de valores y las grandes inversiones. Allí
actúan los bancos de inversión y
manejan fondos como pensiones,
soberanos, hedge funds (de cobertura), de capital riesgo, titulizados y
operaciones de cartera. Y también existen los derivados financieros y son productos que derivan del valor de
otras cosas y no necesariamente de su valor real. Y junto a la desregulación de
ese mercado la economía especulativa sobrepasa la real en más de 120 veces. Por
ello la crisis del 2008 en la economía especulativa y la burbuja financiera. También
entran ahora dentro de la economía especulativa las monedas virtuales como los bitcoins. En ese negocio de las
criptomonedas tampoco existe mucha regulación y tiene un mercado de 200.000
millones de dólares.
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Por tanto, destrabar
la mentalidad de la riqueza según Jesús
de Nazaret requiere fe para saber quién eres: llamado para descubrir tesoros y administra la tierra de los tesoros
(Mateo 13.44). Pero requiere carácter
de dominio para determinar cómo usar esa riqueza. Y hay que sudarse el cerebro, el espíritu y la mente
y el cuerpo para estudiar y trabajar de forma múltiple y global en los
sistemas económicos y financieros que nos rodean y enriquecernos en ellos y con
ellos. Pues nos esperan muchos tesoros pero sólo están disponibles para aquellos
que están dispuestos con espíritu de superación no darse por vencido en ninguna
de las circunstancias adversas. Eres universal, muévete por los países. Sé global, sé universal. Hay que
prosperar pues ese el espíritu de Cristo: vida en abundancia. En 2011 el
célebre millonario Warren Buffet
dijo sarcásticamente: “La lucha de clases
sigue existiendo, pero la mía va ganando”. Y Cristo siempre gana y los que
lo seguimos también.
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