LAS METÁFORAS DE LA VIDA

Por Salvador Montoya/Escritor
El Redentor de la Humanidad al hacer su trabajo en la tierra usó el arte en toda su extensión. Jesús de Nazaret entendía el poder y la efectividad del arte. Porque hacer arte es llegar a compartir la humanidad que poseemos. Hacer arte es comunicar las verdades del ser. Hacer arte está basado en lo profético del hombre. Hacer arte es abrir posibilidades maravillosas. Hacer arte es atrapar maravillas con los otros. Hacer arte es cultivar el lenguaje de Dios. Cuando Jesús de Nazaret hablaba en parábolas (arte) no es que quería ser hermético ni oscuro, todo lo contrario: asumía el arte como puente de entendimiento y base para pensar y cuestionar el mundo y sus verdades. Adolfo Castañón declara la ley Rossi que reza así: “El sentido se recobra y se fortalece en la medida en que los sentidos se abren inteligentemente al mundo” (Alejandro Rossi ante la crítica, Caracas, Monte Ávila, 1997, p. 11). Abrirse con inteligencia al mundo es hacer el arte que nos hace más humanos. Y Jesús nos dio su ejemplo: otra razón más para seguirlo. Afirma Antonio Cruz que: “Los relatos de Jesucristo nos abren los ojos y nos demuestran que allí donde sólo acertamos a ver cosas pequeñas, objetos insignificantes, comportamientos vulgares y destinos comunes, él descubre maravillas escondidas, coherencias inimaginables y armonías sublimes” (Antonio Cruz, Parábolas de Jesús en el mundo postmoderno, Barcelona, Clie, 1998, p. 51). El arte siempre eleva el espíritu y lo trasciende a lo verdadero.

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