LA NUBE DE OORT Y OTROS ALFABETOS


Por Salvador Montoya/Escritor

Próximo Libro a publicar.
Estructura:
Las vocales enemigas
Epístolas del Hombre Wifi
Postales del Blackout
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Carta #2: Permutación tipo T
Todos conocemos el mito de la nave de Teseo. Ese gran héroe griego que mata al minotauro del laberinto.  Y después de lograr tamaña hazaña se embarca en su nave y atraca en el puerto de su ciudad. Y sigue por muchos otros viajes. De esa forma su embarcación representa el triunfo sobre el caos destructivo, sobre la barbarie de lo infértil. Ahora bien, el tiempo y el salitre va corrompiendo la madera de la nave y esta se va reemplazando por madera nueva. Al final toda la madera del barco fue sustituida. ¿Seguía siendo la nave de Teseo? Sí, pero con madera nueva. Nosotros llevamos una tradición de luz, llevamos por dentro y por fuera una genética de arcoíris (Rainbow nation, Mandela dixit). Por eso, cada cultura se sostiene por narrativas que destraban laberintos y minotauros. No obstante, para mantener con efectividad ese espíritu desafiante necesitamos un cambio, una permutación tipo t constantemente a la madera de la embarcación humana. Porque somos nave y astillero de lo humano.
El escritor mexicano Salvador Elizondo cuenta en su relato La historia según Pao Cheng que había un filósofo chino llamado Pao Cheng que estaba pensando sobre la vida al observar el caparazón de un morrocoy. De pronto se le es revelada toda la historia de la humanidad y visiona los imperios, las ciudades, las guerras, las transformaciones en las líneas de ese carey. Una ciudad en particular le llama la atención y entra a ella, escucha el idioma extraño y las multitudes. Ingresa a una casa y ve a un hombre escribiendo. Al acercarse para saber que escribe se da cuenta que el hombre está escribiendo un cuento sobre la historia de Pao Cheng. Sabemos que la historia es “la mise en abyme”. Porque toda conciencia se transforma como “la mise en abyme”. En otras palabras, ¿cómo leemos nuestra propia existencia? Y el leer no se refiere a un texto de grafías sino al acto de semántica, de hermenéutica. Lo personal se vincula a lo colectivo. Una lengua se hace espejo del flujo de lo interno, de lo psíquico (la lengua del todo).
Manifestó el filósofo Richard Rorty que el léxico último (final vocabulary) sostiene el edificio de nuestras certezas, esas palabras justifican nuestras acciones y nuestras creencias. Por consiguiente, todo el mundo habita mentalmente en un léxico último (todos hacen apologética de sus palabras). Y aquellos que dan el giro, la permutación tipo t, saben que la única manera de romper límites es adquirir hábitos disruptivos de la incertidumbre. Se ríen de sus propias palabras (de lo que leen e interpretan con ellas), las distorsionan, las tratan con ironías para irrumpir en nuevas dimensiones y realidades.
Es jugar Assassin’s Creed cruzando los mundos de tu conciencia, de tu léxico: hay algo en ti en las cruzadas, en los piratas, en el renacimiento, en la revolución industrial y asimismo eres un sujeto cibernético. Es jugar en el parque de diversiones de la serie Westworld: vas al imperio romano, vas al lejano oeste, entras a tu época de inteligencia artificial bajo los instintos de un laberinto. Buscas desquiciar el pensamiento, la madera de la nave de Teseo. Buscas sacar de quicio tu subjetividad, tu narrativa vital y ficticia. Como aquel rönnig, el objeto perdido de Borges que se materializa si lo has perdido. Pero cuando regresa lo hace acompañado de otros recuerdos materializados que no andabas buscando. Permutación tipo t. Gracias, cubo de Rubbick.
(Epístola del Hombre Wifi)

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