EL CONTRAPUNTO DE LOS LÚCIDOS
-El pensamiento calaboceño en la vanguardia histórica contemporánea de Venezuela-
Por Salvador Montoya/Escritor @soymontoyaoficial
Para Vero
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Toda cultura se enriquece cuando dos pensamientos aparentemente opuestos encuentran puntos de acuerdos iluminadores. Son los casos de H.G. Wells y su rivalidad intelectual con Chesterton. Fueron amigos pero en diatriba constante. Wells era ateo y socialista. Chesterton católico y polemista político. También tenemos el ejemplo de la amistad entre Sartre y Camus pero luego su distanciamiento frente a las posturas de la vía violenta de uno y el camino pacífico del otro. O también el espejo de Karl Jaspers y Heidegger que fueron grandes amigos, por más de trece años pero a razón de Heidegger apoyar el gobierno nazi, Jaspers rompe esos lazos de hermandad y pone en jaque el pensamiento filosófico existencial del otro. Y podríamos citar la obra de Unamuno y de Ortega y Gasset. Siempre en diatriba pero buscando desarrollar lo mejor del pensamiento español de la época. En otras palabras, las obras de esos pensadores pueden tomarse en paralelo como contrapuntos de la esperanza y de la lucidez. No podemos ser solo repetidores de una dialéctica de la uniformidad. Requerimos la complejidad del contrapunto. Educar para la libertad es educar la mente y el espíritu para desarrollar el criterio del contrapunto.
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En Venezuela dos figuras del interior llanero del país que aunque no fueron amigos, no obstante sus obras desde matrices epistémicas diferentes, convergen en puntos muy medulares, que se convierten en armas para combatir y mejorarnos como personas y ciudadanos. Los dos nacieron en la misma ciudad de Calabozo. Se trata de los pensadores y escritores Ángel Bernardo Viso (1930-2018) y Efraín Hurtado (1935-1978). Este último muere a los 43 años pero ya con una obra sólida. Ángel Bernardo Viso tuvo una existencia vital y creativa mucho más extensa. Los dos se formaron académicamente en la Universidad Central de Venezuela en Caracas. Hurtado se graduó de antropología y Viso de abogado. Estudiaron en plena época efervescente de explosión artística y de grandes conmociones políticas. En sus escritos los dos reflexionan profundamente sobre ello. También los dos hicieron estudios de postgrado en el extranjero, en Francia pero en diferentes casas de estudios. Además tanto Hurtado como Viso también llegan a ser profesores en la misma Universidad Central de Venezuela. Hurtado es parte del grupo fundador de Sardio y de El techo de la ballena, figuras claves de la vanguardia artística del país de los años sesenta. Por su parte, Viso se trazó una carrera académica y llega a ser parte del consejo editorial del periódico El Nacional, periódico dónde también Hurtado llegaría a publicar muchos breves pero fulgurantes ensayos en el famoso Papel Literario. Como vemos este par de intelectuales calaboceños estuvieron presentes en la criba y en la cantera del pensamiento contemporáneo de Venezuela. Efraín Hurtado se movía en los círculos del arte y del pensamiento de poetas, artistas y escritores como Luis Alberto Crespo, Mateo Manaure, Salvador Garmendia, Adriano González León entre otros. Y la obra de Efraín Hurtado es de una hondura polifacética: poesía, antropología, sociología, arte, microcuentos, prosa poética, reflexión filosófica, urbanismo. Su pensamiento es referente para parte de la producción intelectual vigente del país: Ocarina Castillo, Alberto Hernández, Victor Rago (actual rector de la UCV), Nelson Guzmán, Alfredo Chacón, Daisy Barreto y otros más. Ángel Bernardo Viso, su múltiple obra literaria (novela, cuentos, poesía, memorias) y ensayística, fue analizada y exaltada por figuras extraordinarias como Juan Nuño. Su obra ha sido resaltada también por actuales figuras culturales del país: Karl Krispín, Rafael Arráiz Lucca, Aníbal Romero, entre otros. Es el contrapunto de los lúcidos, el contrapunto que todos necesitamos.
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A primera vista, si tomamos las obras Transparencia del signo (1973) de Efraín Hurtado y Venezuela: identidad y ruptura (1982) de Ángel Bernardo Viso podríamos considerar un Hurtado de izquierda y un Viso de derecha. No obstante, al profundizar la lectura de los dos textos separados por casi diez años: observamos una autonomía intelectual muy interesante. Tanto Hurtado como Viso parten de sus posiciones y de sus posibilidades pero se niegan a repetir las mismas conclusiones sesgadas de las ideologías. Hay en ellos un ejercicio de soberanía cognitiva. Afirma Antonio López Ortega hablando sobre la literatura española y su conectividad con la literatura hispanoamericana que se requiere del contrapunto entre ellas para enriquecernos más en todos los sentidos. López Ortega afirma: "Los contrapuntos culturales son más frecuentes de lo que imaginamos. Estamos obligados a despejar nuestras mentes y encontrarlos más cerca de lo que creemos". ¿Cómo despejamos la mente en medio de los caos que nos asedian? Leamos lo que dice Hurtado en su Transparencia del signo: “Pero en la gente de los países subdesarrollados el drama es bastante complejo, pues al mismo tiempo que cumplen la vulgar imitación de esas formas ideales creadas en laboratorios de Europa o de los Estados Unidos, con lo cual se establece una repetición de un valor económico muy bien camuflado por diseños estéticos” (Efraín Hurtado, Transferencia del signo, Ediciones de la Dirección de la Cultura de la U.C.,1973, p. 57). ¿No sigue siendo ésta la lógica de la sociedad de la cuarta revolución industrial? La conquista del imaginario y de la subjetividad a través de una persistente domesticación al sujeto líquido y homogéneo, adicto a los placeres superfluos y dominado por la dopamina cultural de las redes originadas en el detritus foráneo. La estética distópica de las agendas transhumanistas. Leamos a Ángel Bernardo Viso en Venezuela: identidad y ruptura: “La actitud del venezolano, y me atrevería a decir, del hispanoamericano hacia los asuntos públicos es la de una gran desconfianza hacia sus dirigentes, que estos buscan superar mediante una demagogia monótona tratando de convencer a las clases populares (inocentes como los americanos de 1813) de ser explotadas por el partidos de turno en el poder, mientras la clase dominante piensa unánimemente aunque con frecuencia no se atreve a decirlo a la imposibilidad de civilizar a las clases populares. Con ese tono vital bajo…todos, ricos, pobres, dirigentes, están inmersos sin saberlo en una desesperanzadora manera de vivir” (Ángel Bernardo Viso, Venezuela: identidad y ruptura, Caracas, Alfadil Ediciones, 1982, pp. 94-95). Es la psicología de los resentidos y de los frustrados, que no permite desarrollar del todo nuestras singularidades con conciencia de esfuerzo y de capacidad demostrada. Con ese par de citas, tanto Hurtado como Viso nos desafían y nos inquietan a salirnos de la mirada monolítica y ubicarnos en el contrapunto más socrático, más avanzado. Porque es necesario quebrantar esos espejismos, para vitalizar la cultura que como savia requiere crecimiento y expansión y así darle cabida a mejores respuestas ante los retos más difíciles que nos presente el mundo de hoy y del mañana. Y allí están un par de calaboceños dándole formas con sus pensares y su acción a lo que nuestra generación debe hacer, con lo más auténtico del espíritu nacional y universal. Ese es el contrapunto que nos mantiene útiles y relevantes.
Calabozo, 2024
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