LOS PROFETAS DE LOS MUNDOS POSIBLES


Por Salvador Montoya/Escritor
A Matías, que viene en camino
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Como toda ciudad es un organismo vivo de sueños y luchas, los profetas desandan sobre las urbes poderosos mundos posibles. Estos profetas de los saberes, de las invenciones son menospreciados en sus tiempos o reconocidos con mucha cautela. De muchos de ellos hemos sabido por su ostracismo sentido, por sus ideas excluidas. Mi ciudad natal Calabozo (fue fundada en 1724 por un par de misioneros capuchinos, quienes recibieron la justa y ejemplar resistencia indígena por ello) en sus casi trescientos años de existencia ha estado asediada por diversos futuros, unas veces caóticos y otras veces ambivalentes. No obstante, los fuertes inconvenientes a través de la historia no detuvieron el irrumpir de los profetas. En menos de setenta años ya aparece un personaje con un poder de inventiva científica inigualable: el calaboceño Carlos del Pozo y Sucre (1743-1814). En 1800, el genio universal Humboldt se encontró en Calabozo con este profeta de las inventivas, el investigador José Luis Bifano afirma de nuestro inventor lo siguiente: “Cuenta Humboldt que durante su estadía en Calabozo, ya entrado el año 1800, conoció a un individuo de gran talento llamado Carlos del Pozo y Sucre, quien logró construir máquinas y novedosos aparatos destinados al uso y estudio de la corriente eléctrica…Este hecho evidencia el avanzado conocimiento del criollo a pesar del gran aislamiento en el que se encontraba…Lo que da cuenta del extraordinario y por demás actualizado laboratorio creado por el investigador venezolano y, por supuesto, de su alta capacidad inventiva” (José Luis Bifano, Inventos, inventores e invenciones del siglo XIX venezolano, Caracas, Fundación Empresas Polar, 2001, pp. 15-16). Porque todo profeta de los mundos posibles se afirma por su alta capacidad inventiva, genera conocimientos que cambian las mentalidades.
Carlos del Pozo y Sucre (quien por cierto también se destacó como funcionario de la Corona Española en toda su vida) desmanteló los circuitos fracasados del pensamiento colonial y de las estructuras caducas del escolasticismo en lo científico. Lector voraz de obras científicas, produjo electricidad, creó pararrayos en un contexto lleno de tinieblas y de profundas ignorancias. El Barón Alejandro de Humboldt quedó anonadado: Carlos del Pozo y Sucre fue un adelantado, un científico de rigores y de altura ejemplar. De esa genética está hecha nuestra tradición profética calaboceña. Sabemos que Carlos del Pozo y Sucre fue toda su vida fiel a la Corona Española, sin embargo no ató su sistema de pensamiento a las vulgares desidias del pensar tridentino-escolástico. Más adelante tenemos el caso del otro profeta de los mundos posibles: Luis Sanojo (1818-1878). Nacido en Calabozo en plena lucha por la independencia venezolana, Luis Sanojo provenía de una familia de modestos recursos económicos. Se gradúa de licenciado en derecho civil pero no alcanza el grado de doctor en jurisprudencia debido a que no tenía el dinero para cancelar la suma monetaria a la universidad. Sin embargo, esto no lo limitó de ejercer de juez (y de seguir estudiando profundamente) teniendo ocasión de juzgar a personajes como: Ezequiel Zamora y Antonio Leocadio Guzmán. También destacó el calaboceño Luis Sanojo como periodista-editor (de hecho fundó periódicos), como docente, como político (fue secretario de Interior y Justicia) y como internacionalista (fue secretario de Relaciones Exteriores). Luis Sanojo fue quién firmó el tratado de límites que estableció la soberanía sobre las islas de Aves en 1859. De ese tamaño es su luz profética. Analizó todo nuestro cuerpo jurídico y promulgó la primera ley de bancos del país. Luis Sanojo todo un pionero de nuestras luces de jurisprudencia nacional. Porque todo profeta de los mundos posibles crea mejores sistemas de excelencia para la vida en sociedad.
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Los calaboceños Carlos del Pozo y Sucre y Luis Sanojo son profetas desde la inventiva científica y las labores jurídicas, republicanas y de defensa de la mentalidad de superación, de la civilidad, de la ciudadanía. Y esas teas ardientes de la ciencia, de la sabiduría, de la resolución de problemas se propagan también (con sus propios modos, con sus propios estilos) en los rigores de la literatura y de la poesía y de la filosofía de acción de tres calaboceños-profetas más: Francisco Lazo Martí (1869-1909), Efraín Hurtado Barrios (1935-1978) y Alberto Hernández (1952). Ellos también siguen la genealogía innovadora de los profetas de los mundos posibles. Lazo Martí, Hurtado y Hernández desde sus visiones literarias, filosóficas y culturales proponen transformaciones a nuestros intoxicados hábitos de citadinos, de ciudadanos y de trabajadores. Ellos proponen un humanismo profético, un humanismo popular, vital, cosmopolita, polímata (no podría ser de otro modo): aquel que vence las sombras y las tinieblas del atraso y de la barbarie y de las opresiones.
Francisco Lazo Martí es médico (graduado en la Universidad Central de Venezuela con grado honorífico) de pobres y de ricos, viajero, comerciante, pero también es soldado en la guerra, es jefe civil, catedrático de idiomas (alemán, patología), poeta con innovaciones sonoras, cinéticas, métricas. Su Silva Criolla y sus demás poemas cantan a la dimensión existencial de quiénes somos, cantan a la psicología de los fragores, de las pasiones telúricas. Pero también le canta al coleo, le canta al trovador popular, a las luciérnagas, a la Cruz de Mayo. Es un poeta del criollismo existencial-cinético, es un poeta de lo popular en cadencias clásicas, con un lirismo certero, elegante. Una muestra en estos versos: “Sin amor, sin deber qué la existencia/Es tiempo aún de combatir”. Los tres poderes de la existencia de los mundos posibles: amor, deber y combate. Porque todo profeta de los mundos posibles establece en su ámbito una existencia auténtica.
Por su parte, Efraín Hurtado Barrios también tiene un recorrido de vida excepcional: después de graduarse como sociólogo y antropólogo en la Universidad Central de Venezuela, se va a Francia a hacer estudios de postgrado. Regresa a Venezuela y dicta cátedra en la Escuela de Antropología. El centro de documentación de dicha escuela lleva su nombre. Sus libros crearon parte de esa biblioteca. Además formó parte de la generación que llevó grandes cambios a la literatura nacional (El Techo de la Ballena). Fundó la revista Uno y Múltiple. Su libro La transparencia del signo analiza agudamente las obras que descifran la mente del hombre contemporáneo. Sus libros de poesía y narrativa vislumbran un telurismo ético y psíquico del cual decía Edmundo Aray: “Alejado de sus precursores que le cantaron a la tierra de una manera romántica y tradicional, Efraín Hurtado logra consubstanciar al hombre con su  tierra y su lenguaje, como si escucháramos sus propias voces, permitiéndonos adentrarnos en sus tradiciones, creencias, miedos y supersticiones”. Porque todo profeta de los mundos posibles actúa y forja la mente que gobierna los tiempos.
Alberto Hernández también tiene una vida inquietante, multifacética. Estuvo un tiempo en Europa queriendo estudiar medicina. Luego regresa al país y se cultiva en un periodismo al caliente. Se involucra en el teatro. Profesor universitario, periodista y fundador de revistas literarias como Umbra. Ha publicado libros de poesía, cuentos, narrativa, crónicas y textos híbridos. Con su obra literaria ha representado a nuestro país en diversos eventos literarios alrededor del mundo. Parte de su producción está traducida al árabe y al inglés. En su columna Crónicas del olvido analiza de forma creativa y lúcida los textos y libros que marcan las rutas del saber y del hacer de nuestra civilización. La investigadora María Luisa Angarita afirma de su obra: “En su poesía confluyen diferentes formas literarias que comparten la integración en un mismo decir. Narrativa, ensayo, prosa poética, crónica, poesía, todas se integran de manera armónica en el espacio de lo posible: el poema”. En el año 2018, Alberto Hernández ganó el Premio Transgenérico de la Fundación para la Cultura Urbana por su libro El nervio poético. Porque todo profeta de los mundos posibles impacta su generación por actos y lenguajes que destraban las opresiones.
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Así que, cuando nos queremos referir a Calabozo, cuando queremos hablar de nuestra ciudad pensemos y sintamos y actuemos con esta tradición profética que corre en nuestra sangre cultural. Pensemos y sintamos y actuemos con la inventiva grandiosa de Carlos del Pozo y Sucre, pensemos y sintamos y actuemos con el espíritu civilizatorio de Luis Sanojo, pensemos y sintamos y actuemos con el humanismo profético y polímata de Lazo Martí, de Hurtado Barrios y de Alberto Hernández. Sueño que en nuestra ciudad haya una obra arquitectónica llamada El Muro de los Profetas y que allí estén las figuras de estos cinco magnates de nuestra urbe. De estos profetas de los mundos posibles.

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