NOSOTROS HAGAMOS LA HISTORIA

Por Salvador Montoya/Escritor
El gran cantor venezolano Alí Primera, en una de sus canciones clásicas, entona: “Nosotros hagamos la historia y que otros la escriban en un mundo mejor”.  En los libros históricos bíblicos somos enseñados con profundidad en la materia de hacer proezas, de hacer historia. El vino nuevo transforma el paradigma histórico que te limita. El apóstol Pablo se refiere dos veces a ello: “Porque las cosas que se escribieron antes [la historia judía, los profetas, los libros poéticos], para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza” (Romanos 15.4). Y en otra parte afirma: “Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros…Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestaros a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1 de Corintios 10.6, 11). La historia como material dinámico para conquistar cosas grandes, como una suasoria de los grandes ideales humanos.

El magno sabio caribeño Pedro Henríquez Ureña decía, en 1925: “Nuestro ideal no será la obra de uno o de dos o tres hombres de genio, sino la cooperación sostenida, llena de fe, de muchos, innumerables hombres modestos; de entre ellos surgirán, cuando los tiempos estén maduros para la acción decisiva, los espíritus directores; si la fortuna nos es propicia, sabremos descubrir en ellos los capitanes y timoneles, y echaremos al mar las naves. Entre tanto, hay que trabajar con fe, con esperanza todos los días. Amigos míos: a trabajar” (Pedro Henríquez Ureña, La utopía de América, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1991, p. 11). La historia es la savia que despierta la voluntad de hacer hechos portentosos. Una verdadera vida como líder conduce las empresas que necesita su generación para ahondar en la grandeza. Hacer historia es entrar en territorios más allá de las costumbres y los modos trillados de ser. Tal cual lo trova con maestría poética Mario Benedetti: “Sin querer me metí en una utopía/y no pude salir/íbamos hacia el cielo el mar el monte/y no pude salir/creábamos futuro a ras del alma/y no pude salir” (Mario Benedetti, El porvenir de mi pasado, Madrid, Suma de Letras, 2005, p. 63). Quien hace la historia no sale de ella sino que es transformado por los fuegos purificadores que desata

Comentarios

Entradas populares